martes, 21 de junio de 2011

Estigmas territoriales y distinciones sociales:Configuraciones espaciales en la ciudad de Medellín

En la ciudad vivida cotidianamente, emitimos  juicios sobre los lugares que visitamos y los que  no nos atrevemos a visitar. Este hecho, que podría parecer muy simple y natural, fue una de las  principales motivaciones para preguntarnos sobre  las formas como las imágenes que tenemos de los  “otros”, extraños o cercanos en nuestra ciudad, nos están definiendo mapas de ciudad y rutas  para seguir o evitar determinados lugares. Todo  esto, no sólo como una forma de experimentar  un espacio particular sino como una forma de  construir nuestras relaciones sociales. Es decir,  de la proximidad o lejanía con los “otros” que  habitan un mismo espacio; desde la diferenciación del “otro” a partir del sentido de la distinción  social (Bourdieu, 1998). La pregunta que nos sirvió como carta de navegación en las cotidianidades  de, aproximadamente, 70 jóvenes de la ciudad de  Medellín fue ¿Cómo nuestras experiencias, en el  habitar la ciudad, configuran y reflejan distinciones  sociales?
Tres colegios de diferentes estratos socioeco­nómicos y diferentes sectores de la ciudad fueron  el escenario para realizar el trabajo de campo.  En el primero, la institución “Gente Unida Luz de  Oriente” ubicada en el sector de La Honda del  barrio La Cruz, trabajamos con jóvenes de grado  noveno, entre los 15 y los 20 años de edad; la  mayoría de estos jóvenes son provenientes de  otras regiones de Antioquia e incluso de Colombia; muchos fueron desplazados por la guerra y  la mayoría han vivido el desplazamiento intraur­bano, es decir, se han movilizado por diferentes  barrios de la ciudad, al ritmo de la intensificación  del conflicto urbano en ciertas zonas. El segundo  colegio fue el “INEM José Félix Restrepo”, institución educativa seleccionada como el lugar donde  podríamos encontrar jóvenes de diversas zonas 
de la ciudad y de diferentes estratos sociales. Allí  trabajamos con un grupo de aproximadamente  35 jóvenes habitantes de barrios como Castilla,  Belén, Santa Fe, Campo Valdés, Aranjuez, El  Centro, Robledo, Belalcázar, Pedregal e, incluso, otros municipios del área metropolitana como  Envigado, Bello e Itagüí. La tercera institución  fue el “Colegio Waldorf Isolda Echavarría”, elegida  principalmente por el carácter privado y por el  hecho que sus estudiantes provienen de estratos  socioeconómicos altos; pero también nos interesó su enfoque pedagógico Waldorf, que la diferencia  de otros colegios privados en la ciudad, menos  abiertos a este tipo de proyectos. Esta característica del colegio permitió, de alguna manera, la  receptividad frente al proyecto. Este artículo constituye, entonces, un acercamiento a los resultados del trabajo llevado a  cabo con los grupos de jóvenes de estas tres instituciones.
Inicia con una mirada general al  tema de las distinciones sociales y el estigma  territorial para, posteriormente, conocer algunas de las imágenes y relatos sobre la ciudad que  los jóvenes construyen en su habitar cotidiano. 
Finalmente, propone unas reflexiones sobre el  papel del estigma y el estereotipo en las maneras  de pensar y habitar la ciudad.  Partimos de dos ejes analíticos que permiten  pensar la relación entre habitar un espacio, las  percepciones y las recreaciones que los sujetos  construyen de este espacio (físico y social) y de  sus habitantes. Estos ejes son: distinción y espacio  social y estereotipos y estigmas.

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